Hoy siento el recuerdo escribiendo lágrimas. Escucho el sonido del sollozo de cada letra que cruza por mi mente. Todo vive en ella, nada muere con ella. No olvida, hace desaparecer. Yo misma desaparezco, ella me absorbe. Hoy he vuelto a sentir el recuerdo presente, el recuerdo vivo de lo que creí inerte. La memoria de una vida pasada. Hoy algo ha desencadenado la reminiscencia de algo anterior, algo lejano. Una imagen basta, una imagen que dice más que mil lágrimas y menos que una sola palabra en mi cabeza. Una imagen que me ata al pasado, que me encadena al recuerdo y me libera de la tristeza. Un recuerdo a cuyos ojos llorosos miro y sonrío, eran los míos. Una lágrima no siempre escribe palabras de tristeza, no es siempre amarga cuando la crea el pasado. Vivir el presente no es sino alimentarse de cada gota procedente de los ojos que nos aman. Planear el futuro juntos, recordando las razones de los kilómetros que un día puse por medio. Todo ello viaja conmigo, muere sin mí y yo, no sé vivir con ello. Basta escribir una lágrima para liberar la mente de las ataduras del pasado. No es miedo lo que mis dedos muestran, son los sentimientos acumulados en mi cabeza que, por fin, he conseguido llorar aquí. Este es el motivo por el que una sonrisa no siempre forma parte de mi alegría.
Hoy he decidido no sonreír. Hoy lloro palabras, escribo lágrimas, sollozo líneas y suspiro letras.
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