martes, 14 de abril de 2009

Perpetua cadena

Una vez fui feliz. Mi mundo giraba cada vez más rápido alrededor de una persona. Las demás no soportaron mi ritmo. Adiós a muchas cosas y gente innecesaria. Pero todo se acaba, el mundo se paró en mi estación y me echó a patadas. Allí estaba yo, sola, lejos de toda esa gente que ya no veía tan inútil y totalmente ciega, sin el bastón en el que me había estado apoyando hasta entonces.

Fue entonces cuando pensé. Digo pensé porque lo hice por mí misma. Habían cortado los hilos que me movían las piernas, las manos, la boca, el corazón... Era libre. ¿Y ahora qué? me preguntaba. Vagaba cual reo recién excarcelado. Ansiosa de libertad y aún más perdida con ella en mi poder. Y bajo mi condición de ex preso, recordé aquél día que con un "sí" me había condenado a "perpetua cadena". Una cadena perenne e irrompible que me ataría a él hasta el fin de mis días.

Miré a mi alrededor y sólo ví autómatas, seres que, como yo, una vez habían sido personas. ¿Dónde estaba la gente "normal"? Muy fácil, en el mundo "normal". De pronto ví a lo lejos una pequeña puerta, nada atractiva, incluso me asustaba. Encima de ella había un letrero: UNIVERSIDAD. 11 letras, de las que encontré un significado para cada una. Sin embargo, preferí cambiar cada una de esas letras por otra: OPORTUNIDAD. Seguían siendo 11 pero ahora su sentido estaba hecho para mí.

Tras aquella puerta encontré un tren. Un tren que me llevaba lejos, no sabía bien dónde. Estaba repleto de personas desconocidas abiertas a acogerme entre ellas gratuitamente. Al montarme en él supe que mi vida hasta entonces se quedaría atrás para nunca volver. Hoy, sigo de estación en estación camino de Dios-sabe-donde, aunque prefiero llamarle "el destino de mi vida". Gracias a todas esas personas prosigo mi camino olvidando, en cada estación, lo que sucedió antes de marchar.

Presiento que, a pesar del duro y largo viaje, al llegar a la última parada, no querré bajarme. Mi destino podrá esperar, primero, tengo que dar las gracias. Gracias por romper, eslabón a eslabón, la perpetua cadena que me ataba a la esclavitud.

No hay comentarios:

Publicar un comentario