No hables, sólo escucha. No escuches, sólo lee. No busques un porqué, no lo hay.
Antes importaba el ahora. Ahora, si me permites, me remonto al antes. El todo es relativamente nada. Nada que descartar de todo lo que ha pasado. Ahora el poco de todo es importante. Ahora me alegro, no sé de qué, quizá de nada o puede que de todo. Recuerdos traicioneros, conciencia prisionera de un deseo alcanzado. Nada es lo que parece. Lee mi lenguaje mudo de sensaciones. Sé paciente, no hables todavía. Tormenta de pensamientos de un ayer que quizá ande perdido en el infinito, en la nada. Vomito palabras sin sentido. Ignoro su nacimiento y temo su muerte. Nada es lo mismo. Todo me parece la misma nada.
Ahora habla. Háblame de tu todo o, si lo prefieres, de tu nada. Te escucho. Ya no hablo ni leo, sólo escucho.